Abadía cisterciense de Fontenay
Un régimen de gran austeridad Una vez al mes los sacerdotes se cortaban el pelo en el calefactorio, único lugar caldeado del monasterio. Era normal llevar la cabeza rapada y la barba bien afeitada. La vida era rigurosa y de costumbres sobrias. Pasaban el día trabajando o rezando, tal como observaba el precepto de san Benito. Los cánticos de los 300 monjes de la abadía inundaban a diario la iglesia, una grata manera de amenizar las plegarias y acercarse a Dios. Solamente hacían una comida al día, excepto entre el domingo de Resurrección y septiembre, cuando el trabajo en los campos es especialmente duro.
Está viendo el 6% del contenido de este artículo.
Solicite el acceso a su biblioteca para poder consultar nuestros recursos electrónicos.
Ventajas de ser usuario registrado.
Acceso sin restricciones a todo el contenido de la obra.
Sólo información contrastada de prestigiosos sellos editoriales.
Contenidos de renombrados autores y actualizaciones diarias.
La nueva plataforma del Consorcio ofrece una experiencia de búsqueda de fácil manejo y de gran usabilidad. Contiene funciones únicas que permiten navegar y realizar consultas de manera ágil y dinámica.
Convenios especiales: Enseñanza Bibliotecas públicas